La colecta de la Jornada Mundial de los Pobres la dedica la diócesis de Salamanca a los afectados por el volcán en La Palma, donde desarrollan su tarea pastoral en medio de las dificultades, Domingo Guerra y Alberto Hernández, que agradecen la generosidad de la Iglesia salmantina. Reproducimos en nuestro portal la información que publica el servicio de comunicación de dicha diócesis.
La labor pastoral de Domingo Guerra y Alberto Hernández gira en torno a un volcán que lleva 54 días arrasando con casas, negocios y terrenos, pero no con la esperanza de los palmeros que quieren salir adelante en medio de la adversidad. Estos dos sacerdotes de La Palma relatan para la Diócesis de Salamanca lo vivido en la isla desde la erupción, las lecciones aprendidas y los pasos que han tenido que dar para estar siempre al lado de sus feligreses.
Este domingo, con motivo de la Jornada Mundial de los Pobres, las colectas de las parroquias y de la Catedral se destinará, a los afectados del volcán de La Palma, a una realidad que narran como nadie estos dos sacerdotes palmeros.
Guerra tiene 79 años y esta es la tercera vez que vive una erupción volcánica en la isla. La primera fue con siete años, en 1949, “una experiencia difícil”; o la de 1971, del Teneguía, que como recuerda, “era un espectáculo maravilloso”. Pero ninguno de los dos es comparable con la situación actual, como narra: “Empezó a hacer daño desde la primera noche, a comerse casas y a eliminar poblados, y cada día nos sorprende negativamente”.
Domingo es consciente que la situación es muy dura de afrontar, “pero gracias a Dios que nos va dando mucha fortaleza para estar ahí dando el callo lo más posible”. Pero se queda con un dato: “En 54 días no ha habido ni una sola muerte, ni un herido a causa del volcán, y eso se debe en gran parte a la previsión de los vulcanólogos, y a la labor de la Guardia Civil y la Policía”.
Una de sus parroquias, la de la Sagrada Familia, se ha convertido en el epicentro para los medios de comunicación que siguen la evolución del volcán, “la iglesia está abierta para ellos las 24 horas del día, para lo que necesiten de sus dependencias”. En su interior permanece el Santísimo, porque como apunta, “creo que el Señor quiere estar también en las realidades humanas”.